Vampire weekend

Éste ha sido un fin de semana mediocre, que pasa a engrosar mi ya de por sí enorme lista de fines de semanas insulsos. Estoy más que harto de ver a la misma gente en el mismo garito de mierda, donde muchos piensan que pueden ligar contigo sólo por el simple hecho rozarte con su miembro semi-erecto. Harto de las copas a precios desorbitados, harto de los mismos gilipollas engreídos y del olor a Hugo Boss en todos los cuellos...

Bueno, no me adelanto. Comenzaré por el principio. Érase una vez un viernes anodino. Terminé de trabajar y me fui directo a casa. Allí, aprovechando que mis padres se habían ido a la casa del campo -como cada fin de semana-, me tiré a ver la TV (capítulos antiguos de Anatomía de Grey) y cené un bol de palomitas y media botella de Lambrusco. Reconozco que no es el plan más sano ni el más divertido, pero hay veces en las que a uno le apetece disfrutar de su propia miseria con tranquilidad.

El sábado vinieron a casa Brígida, Ari y Laura para cenar. Encargamos comida a un tailandés y dimos buena cuenta de las cuatro botellas de Lambrusco que trajeron a casa. No hay nada como beber con tus amigas para olvidarse de que la vida suele ser gris, solitaria e insatisfactoria. Tras emborracharnos, acabamos la noche en Ficción, la misma discoteca de siempre, donde, tras bailar la misma música de siempre, me mareé, como cada vez que mezclo alcohol con marihuana.

Con una Coronita escondida en la chaqueta, salí de la discoteca y me dirigí hasta un callejón de la forma más digna que pude. Afortunadamente, soy capaz de disimular pulcramente cualquier vicio, así que nadie notó mi lamentable estado de borrachera. Una vez en el callejón, dejé caer la cabeza contra una esquina y abrí la boca. Mi botellín se hizo añicos contra el suelo. Un eructo hondo con sabor a Lambrusco retumbó en mi traquea. Tenía los labios húmedos por la saliva.No vomité, pero hubiese agradecido poder hacerlo.

Me senté y miré hacia el cielo. Con la cabeza bocaarriba, podía ver un trozo de la pared -amarillenta y resqubrajada por la maleza- sobre la que estaba recostado y la noche, tan parcheada de nubes que apenas dejaba ver unas cuantas estrellas titilando débilmente. Me clavé uno de los cristales de la botella de Coronita en una mano y comencé a sangrar. Por suerte tenía pañuelos a mano y me cubrí el pequeño corte.

Entonces imaginé que alguien podría encontrarme así -en el suelo, con una mano sangrante y los ojos tristes- y tuve un miedo terrible. No quería que nadie me viese tan indefenso y vulnerable. No quería acordarme de Jorge, ni de Bruno, ni de Dani. No quería ser víctima de ningún vampiro de fin de semana, de esos que te muerden una vez y te olvidan para siempre... Tan sólo deseaba pasar una noche menos sin amor.

3 dicen lo que piensan:

Tarn dijo...

Vaya, el lambrusco a veces puede ser muy puñetero. No te dejes llevar por el pesimismo, además, no todo es salir, que el ambiente en su mayoría suele ser muy sintético y artificial. A veces lo mejor es tomarse unas vacaciones de salir. Mucho ánimo y un beso

BRILLI-BRILLI dijo...

Yo muchas veces prefiero quedarme en casa con una buena botella de vino,un buen libro o una buena pelicula a estar rodeado de ex-novios,royetes...etc,menos comedura de cabeza.
Un beso desde Valencia

Cecilia dijo...

Esta el la primera vez que ando por aquí...
Te cuento mi caso..capaz que te ayuda...
Soy adolescente..se supone que tengo que estar en mi mejor edad, salir, emborracharme, cambiar de hombre como cambio de ropa interior..y la verdad, es todo lo contrario.
La mayoría de los fines de semana, me quedo en casa tranqui..disfrtutando de mi soledad y tranquilidad..
No siempre salir esta bueno..hoy en día..es muy artificial